1.2.4.
Movimientos
Combinados
En todas las articulaciones, y muy
específicamente en la columna lumbar, se dan movimientos acoplados, lo cual
quiere decir que un movimiento raramente sigue una dirección “pura”
(flexo-extensión, flexiones laterales o torsión)
Lo más frecuente es que un movimiento en
una cierta dirección se combine con el de otra dirección. Uno de los
acoplamientos más frecuente que sirve de modelo y de ejemplo es la Flexión
Lateral-Rotación Axial.
Es decir, una flexión lateral va acompañada
de una rotación. El patrón que sigue el acoplamiento de la zona L1 a L4 es
justo el opuesto del que poseen las zonas cervicales y dorsal superior. En las
uniones lumbares L1-L4, la rotación vertebral se produce de forma que las
apófisis espinosas se mueven hacia el lado de la concavidad de la curva.
Por el contrario, en las uniones L4- L5
y L5-S1 el patrón es el opuesto al de la zona L1-L4 y vuelve a coincidir con el
patrón cervical y dorsal superior. El nivel en el que cambia el sentido del acoplamiento
es justamente el L4-L5, lo cual constituye un factor adicional que hace dicha
unión muy proclive a patologías de origen biomecánico.
El raquis lumbar presenta, por tanto,
una buena flexo-extensión, y una flexión lateral media y una rotación axial
pobres, debido esto a la orientación de las carillas articulares que chocan
entre sí durante este movimiento. Los rangos de movimiento de flexo-extensión
aumentan de arriba abajo y los de flexión lateral son muy escasos en el nivel
inferior.
Es por eso que la biomecánica de la
columna lumbar es extraordinariamente compleja. Cabe suponer que el proceso de
envejecimiento la vaya alterando y que los desajustes biomecánicos progresivos
sean capaces de producir dolor. Pero también debería tenerse en cuenta esta
complejidad a la hora de realizar intervenciones quirúrgicas que puedan alterar
de forma desfavorable la delicada y compleja biomecánica (fijaciones
vertebrales, discos artificiales, etc.).
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