1.1.2.
Problemas
Causados por el Dolor Lumbar
La
Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (International Assosiation
for the Study of Pain, IASP) ha definido el dolor como “una experiencia
sensorial y emocional desagradable asociada con daño de los tejidos, actual o
potencial” (Merskey, H. 1979). Esta definición tan general implica en la
experiencia dolorosa a dos factores: el sensorial y el emocional.
Al lado
de las causas periféricas del dolor, como pueden ser la propia hernia discal,
la artrosis de la columna o la espondilolistesis, resulta cada vez más evidente
que en la percepción del problema doloroso intervienen causas que podríamos
denominar ´extrínsecas medioambientales o del entorno´, que influyen de manera
decisiva en la percepción del dolor.
“Para la comprensión del dolor lumbar,
la epidemiología aporta datos sobre la magnitud del problema, la historia
natural del dolor lumbar y los factores de riesgo individuales y externos
asociados al dolor lumbar” (Andersson, G. 1991).
Desgraciadamente, el mayor problema en
la epidemiología del dolor lumbar es la ausencia de una clasificación
diagnóstica aceptada por todos. Algunos autores consideran incluso que la
epidemiología del dolor lumbar debería “restringirse exclusivamente a la ciática
y a la hernia discal por ser más fáciles y más uniformemente definidas y
clasificadas” (Heliövaara, M. 1988). Sin embargo, el problema del dolor lumbar es
de tal magnitud que debe reseñarse.
En Canadá, un país que puede tomarse de
ejemplo porque tiene una cobertura sanitaria completa para todos sus
habitantes, y similar a la nuestra, el 30-40% de las ausencias laborales son
debidas a dolor lumbar. El lumbago es responsable de la cuarta parte de las
reclamaciones laborales. Entre 1997 y 2001 se recibieron 63,900 reclamaciones
de hombres y 26,800 de mujeres, es decir más del doble de hombres que de
mujeres.
Más del 90 % de los casos no tienen una
causa específica (tal como infección, osteoporosis, artritis, etc.). La prevalencia del dolor lumbar se define
como el número de personas en una población determinada que presentan quejas en
un determinado momento, independientemente de si el dolor lumbar estaba presente
en el momento del estudio.
La prevalencia depende de la incidencia
y de la duración de los síntomas. La incidencia, por otro lado, es el número de
personas que, sin tener dolor lumbar al inicio del estudio, desarrollan dolor
lumbar (nuevos casos). El estudio de la incidencia requiere el estudio de una
población libre de síntomas al inicio y su seguimiento durante un periodo de
tiempo, lo cual dificulta su definición.
Valkenburg y Haanen (1982) desarrollaron
un estudio sobre incidencia y prevalencia en Holanda entre 1975 y 1978 en
Zoetermeer.
Su estudio se basó en una población de
3091 hombres y 3493 mujeres de 20 o más años de edad. La evaluación se realizó
con cuestionarios y una exploración física estándar. En las personas de más de
45 años, se realizaron, además, estudios radiográficos.
En el conjunto de todas las personas
estudiadas, la incidencia de dolor lumbar en la vida previa al estudio fue de
51% en varones y de 58% en mujeres. La prevalencia puntual de dolor lumbar fue
de 22% y del 30% respectivamente, con un incremento de ambas al aumentar la
edad hasta los 55 y 65 años respectivamente, y disminuyendo a partir de ahí.
El 30% había sufrido dolor lumbar
durante más de 3 meses. En el 85% hubo recurrencia. En el 1’9% de los hombres y
en el 2’2% de las mujeres se encontró prolapso discal, definido por los
síntomas y signos clínicos.
Comparado con otros países, la
incidencia en la vida previa de dolor lumbar es bastante baja y la prevalencia
puntual es bastante alta. Los datos de la prevalencia y la incidencia del dolor
lumbar se sacaron de fuentes de seguros y hospitalarias y a partir de estudios
clínicos prospectivos y retrospectivos.
A partir de estos datos puede estimarse
el impacto del dolor lumbar en una población específica.
Los resultados, sin embargo, deben
interpretarse con cautela por varias razones:
1) Al no haber una definición global de
dolor lumbar, los criterios de inclusión y exclusión pueden variar.
2) Las diferencias en las consecuencias
del dolor lumbar reflejan en gran medida las diferencias individuales
(condiciones laborales) y sociales (programas de compensación al trabajador).
3) El dolor lumbar es a menudo intermitente,
lo que resulta en falsos positivos y también en falsos negativos en estudios observacionales
de sección transversa.
4) A menudo en los datos recogidos con cuestionarios
hay subestimación, hecha por Svensson y Andersson en el año de 1982 mostraron
que, “de los hombres que dijeron que nunca habían tenido dolor lumbar, de hecho
una cuarta parte habían tenido alguna baja laboral con ese diagnóstico”.
(Svensson, H. Andersson, G. 1982)
Las estadísticas nacionales de los
diferentes países Europeos y de los Estados Unidos indican una prevalencia
puntual de dolor lumbar que está entre 15 y 35%. Aunque la historia natural del
dolor lumbar muestra una recuperación excelente en algunas semanas, aproximadamente
el 1% de los pacientes con dolor lumbar llegan a estar crónicamente
discapacitados.
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